Resumen
En la segunda mitad del siglo XIX, una serie de factores precipitan la decadencia del espacio público burgués transformando al "público" en "consumidor".Ante la inexistencia de ideologías fuertes y la instauración de claves de lectura centradas en lo estético, las instituciones políticas han optado hoy por especializarse en los medios de comunicación. Surge, así, una forma diferente de hacer política, donde el protagonista es el nuevo espacio público: la televisión.Asistimos, entonces, a un proceso de "personalización" y "estetización" de la política, pues en vez de una ideología se nos ofrecen personajes estéticamente atractivos. De este modo, se disuelve lo político en sus términos argumentativos, y elementos como vida privada y carisma adquieren un peso inusitado en la construcción de la imagen pública de los candidatos.La televisión se ha instalado como un ingrediente fundamental del escenario político, reconfigurándolo según las reglas del espectáculo. Y no sólo cambia la forma en que la política se transmite, sino también el modo en que se practica. El desafío para la teoría de la comunicación radica, entonces, en investigar las potencialidades del nuevo contexto en aras de construir una sociedad cada vez más democrática. En la segunda mitad del siglo XIX, una serie de factores precipitan la decadencia del espacio público burgués transformando al "público" en "consumidor".Ante la inexistencia de ideologías fuertes y la instauración de claves de lectura centradas en lo estético, las instituciones políticas han optado hoy por especializarse en los medios de comunicación. Surge, así, una forma diferente de hacer política, donde el protagonista es el nuevo espacio público: la televisión.Asistimos, entonces, a un proceso de "personalización" y "estetización" de la política, pues en vez de una ideología se nos ofrecen personajes estéticamente atractivos. De este modo, se disuelve lo político en sus términos argumentativos, y elementos como vida privada y carisma adquieren un peso inusitado en la construcción de la imagen pública de los candidatos.La televisión se ha instalado como un ingrediente fundamental del escenario político, reconfigurándolo según las reglas del espectáculo. Y no sólo cambia la forma en que la política se transmite, sino también el modo en que se practica. El desafío para la teoría de la comunicación radica, entonces, en investigar las potencialidades del nuevo contexto en aras de construir una sociedad cada vez más democrática.