Resumen
El Tratado de Ancón confirió a Chile la posesión de Tacna y Arica por diez años, tras los cuales un plebiscito debía determinar si pasaban a su dominio y soberanía o retornaban al Perú. No obstante, el Estado peruano llevó a cabo estrategias para contrarrestar las políticas de ?chilenización? y conservar la adhesión de sus ?provincias cautivas?. Para ello subvencionó agentes que incursionaron precisamente en espacios que suelen moldear el carácter nacional de los individuos: escuelas, parroquias, sociedades benéficas y prensa. Este artículo pone en evidencia algunos testimonios de esa suerte de doble administración que tuvieron ambas provincias: una formal chilena con base jurídica, y otra informal y clandestina, llevada a cabo por el Perú. Estas acciones peruanas clandestinas contribuyeron a que durante las primeras décadas del siglo XX Chile aplicara políticas drásticas contra los agentes peruanos y la población irredenta.