Resumen
De la participación ciudadana al poder ciudadano realDesde hace más de medio siglo, la literatura internacional promueve la integración real de la participación ciudadana en los procesos de planificación, gestión y diseño de herramientas basados en el aprendizaje colectivo. Sin embargo, a día de hoy, y más concretamente en el ámbito iberoamericano, la realidad y efectividad de la puesta en práctica de estos procesos aún es inexistente o no llega a alcanzar resultados efectivos de las consideraciones y/o requerimientos ciudanos.En 1969 Sherry Arnstein escribió un artículo titulado ?A Ladder of Citizen Participation? (La escalera de participación ciudadana) donde se planteaba qué es la participación y cuál es el poder real que se le otorga a la ciudadanía en estos procesos. Él la plantea como el poder ciudadano o, en otras palabras, la redistribución del poder de forma que permita a los más desfavorecidos (los have-not citizens), generalmente excluidos de los procesos políticos y económicos, ser incluidos para inducir reformas sociales significativas que les permiten compartir los beneficios de los que dispone toda la sociedad. A día de hoy, este poder ciudadano real debe ampliarse a la inclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones que generan cambios en la sociedad que permitan transitar hacia ciudades más regenerativas e integradoras.Arnstein expone 8 niveles de participación que confrontan, de forma simplificada, a los agentes que se encuentran en una posición de poder con aquellos que se encuentran fuera de él. Estos niveles se representan con una escalera, en la que cada escalón se relaciona directamente con el poder con el que se dota a la ciudadanía en determinar el producto final del proceso a través de los procesos participativos. Los dos escalones más bajos, (1) manipulación y (2) terapia, corresponden a procesos en lo que no existe una participación real. En ambos casos el objetivo de estos procesos son los de ?educar? a los participantes. El siguiente bloque se corresponde con la participación simbólica o como un mero formalismo en el que hay tres niveles: (3) información, (4) consulta y (5) conciliación. En los dos primeros, los ciudadanos pueden escuchar y ser escuchados, pero no tienen el poder para asegurar que sus observaciones y requerimientos serán tenidos en cuenta por los poderes. La conciliación es un nivel superior de participación simbólica en las normas básicas y permite a todos los ciudadanos, incluso los más desfavorecidos, a participar. Sin embargo, el poder de decisión sobre cómo proceder sigue estando en manos de los imperantes. En un tercer bloque, se encuentran los escalones en los que comienza a haber determinado grado de poder ciudadano: (6) alianzas, (7) poder delegado y (8) control ciudadano. En el primero, se permite a la ciudadanía negociar e inmiscuirse en decisiones con los agentes de poder. En los dos últimos escalones, los ciudadanos más desfavorecidos consiguen acceder a posiciones de toma de decisiones o de poder de gestión.