Resumen
El artículo construye una agenda política de transgresión disciplinar contra el capitalismo a partir de las razones que valieron para Alejandro Aravena un Premio Pritzker y la curatoría de la Bienal de Venecia 2016. En ambos casos, las instituciones patrocinantes han informado que se reconoce el rol de Aravena como arquitecto social con una agenda orientada a ayudar a las personas de escasos recursos. A lo largo del artículo se expone la naturaleza ideológica de estas nominaciones y se expone la necesidad de emancipar la arquitectura de la subyugación a los objetivos de la rentabilidad, acumulación de capital y reproducción de ciclos de poder. Se argumenta que este sometimiento al capital ha destruido la naturaleza creativa de la disciplina generando una crisis cuya salida puede darse con más teorización, organización colectiva y explorando nuevos modos de producción. Se convoca a salir de la zona de confort y abrazar la crítica como un camino posible hacia la liberación disciplinar.