Resumen
El progreso tecnológico ha aumentado el uso de pruebas sofisticadas en los procesos judiciales, incrementando la conexión entre discursos de abogados y la ciencia. Es previsible que, en un corto plazo, avancemos aún más, pues la tecnología estará en condiciones de introducirse en la toma de decisiones, hoy a cargo de los jueces. La inteligencia artificial será capaz de ponderar teorías del caso en competición, valorar las pruebas y encontrar (o crear) respuestas ante lagunas de información o contradicciones. Asumiendo esta nueva realidad, es importante prestar atención a la resistencia de abogados y jueces con respecto al uso de algoritmos para decidir hechos en los procesos judiciales ¿Tiene ello sustento más allá de proteger su coto vedado?