Resumen
Este breve artículo presenta el número temático ofrecido por la revista Environment & Planning A, la cual se basa en el marco analítico elaborado por Wacquant en su obra Urban Outcasts (2008) y en las actividades del Leverhulme Network on Advanced Urban Marginality con el objetivo sintetizar y estimular las investigaciones sobre el vínculo triangular entre el espacio simbólico, el espacio social y el espacio físico en el extremo inferior del espectro urbano. El concepto estigmatización territorial une el modelo elaborado por Goffman sobre el manejo de la "identidad deteriorada" con la teoría del "poder simbólico" desarrollada por Bourdieu para así capturar cómo un lugar estigmatizado puede afectar a residentes de barrios menospreciados, a sus vecinos, operadores comerciales, burocracias ciudadanas al nivel de impacto local, especialistas en producción cultural (periodistas, académicos y políticos), funcionarios públicos y políticas públicas. Este estigma espacial es un fenómeno nuevo y distintivo que se cristalizó a fines del siglo pasado junto con la disolución de los barrios de relegación característicos de la etapa fordista keynesiana del capitalismo industrial. Dicho fenómeno, equiparado a la desintegración social, difiere de la topografía tradicional de desprestigio de la ciudad industrial ya que se ha convertido en un evento autónomo, nacional, democrático y racialmente discriminatorio derivado de la acentuación selectiva, lo que suscita un rechazo que suele conducir a medidas sancionatorias. Las estrategias socio-simbólicas elaboradas por los residentes de barrios degradados para hacer frente a la denigración espacial cubren un amplio abanico que va desde la sumisión hasta la resistencia y su adopción depende de la posición y trayectoria dentro del espacio físico y social. La estigmatización territorial no es una condición estática o un proceso neutral, sino una forma significativa y perjudicial de acción mediante la representación colectiva centrada en un lugar determinado. Al indagar el modo de operación de este fenómeno en distintos escenarios urbanos y formaciones políticas, los colaboradores del número ofrecido por Environment and Planning A nos ayudan a progresar en nuestra comprensión sobre el papel de las estructuras simbólicas en la producción de desigualdad y marginalidad en la ciudad. También se sugiere la necesidad de diseñar políticas públicas enfocadas no sólo en la reducción de carencias materiales, sino también en la disminución de la presión ejercida por la dominación simbólica en la metrópolis.