Resumen
El puerto siempre estaba lleno de fleteros, como el Sr. González que pasó su vida buscando y desembarcando pasajeros, una multitud de niños "changueros", como "Mota" y "Cachoendié", ávidos de maletas y bultos y decenas de carreteros, siempre a la espera de carga. Pero la figura más destacada y familiar de esos años y hasta los 50 era, quizás, el capitán Alcázar que mandaba uno de los pequeños vapores regionales.