Resumen
El agua parece un material esquivo para la arquitectura. Propio del mundo natural, fluido y cambiante, distante de la estabilidad perenne de los edificios, que la eluden con sus gruesos muros y amplias techumbres. Sin embargo, algunas construcciones han logrado una emotiva amalgama con el devenir del agua, como los jardines de la Alhambra en Granada. Quizás por provenir de una cultura que apreciaba la escasez del recurso líquido y su frescor en la vida diaria. Estanques, fuentes, canales, regaderas, se combinan con el aroma de los naranjos, el delicado aderezado de las columnas y arcos, la sombra de los salones, la vista enmarcada de las sierras, el lujo de la corte, el placer de los sentidos.