Resumen
ResumenTodas las construcciones que pueblan el jardín de Castle Howard de una forma aparentemente azarosa, colocadas siempre sobre pequeñas colinas, transmiten la sensación de ser objetos permanentemente observados, más que de ser ellos mismos lugares de observación del territorio circundante. Son más receptores de la mirada que origen de ella y esta situación es especialmente relevante en el caso del mausoleo de Hawksmoor, algo más que un pabellón o un hito en el paisaje, ya que es la culminación de un itinerario que recorre todas ellas y el contrapunto a la casa principal. El mausoleo es el edificio más habitado y también el más cualificado desde el punto de vista espacial, el más cerrado y al mismo tiempo el más vacío, el más inaccesible y el más cercano. Esta construcción circular puede ser contemplada con emoción desde la lejanía, pero también invita a aproximarse a sus límites, hasta sentir casi físicamente la vitalidad de quien habita en el interior de esa jaula de piedra, y que habitará allí para siempre recordándonos que, como afirmaba Erwin Panofsky, la muerte es el auténticosujeto de la existencia en el paisaje arcádico. AbstractAll buildings that populate the garden of Castle Howard in a seemingly random, always placed on small hills, convey the feeling of being constantly observed objects, rather than being themselves observation sites surrounding territory. They are more the gaze receptors than its origin, and this is particularly relevant in the case of the mausoleum of Hawksmoor, more than a pavilion or a landmark in the landscape as it is the culmination of an itinerary that covers all of them and the counterpoint to the main house. The mausoleum is the building most inhabited and the most qualified from the spatial point of view, the most closed, the emptiest, the most inaccessible and the closest. This circular building can be watched with emotion from afar, but also encouraged to approach their limits, to almost physically feel the vitality of who lives inside that cage of stone, and dwells there forever reminding us that, as stated Erwin Panofsky, death is the real subject of the existence in the Arcadian landscape.