Resumen
La legitimación festiva del sistema de poder colonial contaba en el Nuevo Mundo con dos aliados simbólicos fundamentales, dos objetos que representaban directamente al monarca y que, por ese mismo hecho, eran recargados de majestuosidad y rodeados de veneración. El sello y el pendón reales se constituían así en soportes de su presencia intangible, pero ubicua, en todos los rincones del imperio a través de su panoplia litúrgica y, específicamente, gracias a estos objetos singulares. Transformados, a través de un ceremonial sacro/profano apropiado, en verdaderos ?fetiches? ?al encarnar la ?omnipresencia? del soberano, cual transubstanciación divina?, ambos objetos cumplirán su rol político a través de estrategias rituales diferentes, pero complementarias, en el seno de las representaciones mentales colectivas de la sociedad colonial. Por su parte, los representantes vicarios del soberano y la élite local de Santiago van a aprovecharse ampliamente de la existencia de estos objetos y de la ?sacralidad? con que estaban recargados. Al gozar de la exclusividad de su manipulación, estos actores sociales del poder reforzarán su prestigio individual y los lugares privilegiados reservados a sus instituciones al interior del sistema.