Resumen
La institucionalización del Defensor del Ciudadano (Ombudsman) tropieza con una serie de dificultades prácticas; a saber: una cierta "ombudsmaní" (Rivero) que aqueja a ciertos partidarios de la institución, y el reproche de los críticos de la institución que dando cuenta de la suficiencia de controles sobre la administración aluden al desarraigo cultural, político e histórico del Ombudsman y por tanto cierto esnobismo ante una institución "exótica", algo así como "importar elefantes para tirar trineos en tierra polares".