Resumen
Nuestro continente americano, después de un largo interregno de gobiernos autocráticos, goza, a partir de la década de los años noventa, de una era de gobiernos democráticos en casi toda su extensión geográfica y, sin desconocer los efectos actuales de crisis asiática y brasileña, de una relativa bonanza económica. Esta realidad emergente ha suscitado una serie de expectativas, con diferentes niveles de intensidad, cuya satisfacción impone un desafío político y ético a las democracias nacientes. Ello ha motivado el impulso de iniciativas tendientes a reformar los órganos del Estado, de manera que sirvan en forma más adecuada a las personas y se cumpla su finalidad de bien común.