Resumen
En temas de urbanización, las ciudades chilenas debieran ser motivo de profunda preocupación. De acuerdo a datos del INE (2002), ellas albergan a más del 86 % de los habitantes del país y crecientemente los ciudadanos manifiestan una insatisfacción de habitar en ellas. Ese descontento desemboca en el aumento en los niveles de conflictividad urbana, donde los habitantes expresan las graves frustraciones de problemas asociados a la funcionalidad, pero también a problemas de la perdida de lazos de pertenencia con el espacio circundante. Habitan ciudades sin sentido. Solucionar lo anterior requiere reflexionar acerca del espacio urbano desde posturas no solo funcionalistas, sino que también desde el mundo subjetivo de las vivencias. En éste sentido el lugar tiene un rol fundamental. Por un lado, los lugares se pueden volver fuente que dota de sentido a la vida urbana, transformándose en lugares icónicos para la comunidad, con una fuerte vinculación con la identidad de la ciudad. Por otra parte, los principios orientadores del diseño urbano definen ciertas características de los considerados lugares óptimos y la literatura si bien no es extensa, orienta al respecto. Sin embargo la vinculación entre la teoría del diseño urbano, los lugares con sentido y las propuestas que aborden lo anterior no ha sido elaborada aun. Este artículo tiene por objetivo aplicar la teoría integradora del diseño urbano propuesta por Sternberg (2000) enfatizando el sentido del lugar mediante diversos proyectos académicos desarrollados en el Taller de Urbanismo. El trabajo muestra la aplicación de dichos principios en la ciudad de Valdivia como caso de estudio. Los resultados se enfocan en propuestas de reconversión espacial urbana de los lugares identificados, apuntando al desarrollo de una metodología que integre la teoría y la práctica.