Resumen
El acontecimiento, el documento, no hablan de sí mismo; es decir, tienen una faz negra. Este retiro, este velamiento de una frase o de un acontecimiento, solo puede ser aclarado,develado, por otra frase que se encadena sobre ellos. Pero ella misma olvidará esa otra faz negra que lleva consigo y así sucesivamente. En esto, la historiografía más segura de sus documentos, de sus reglas de establecimiento del objeto, no escapa el lote común: sabemos que después de un acontecimiento, de una frase, hay que encadenar, pero que lo indeterminado es cómo encadenar» (Jean Louis Déotte, Catástrofe y olvido; 238).