Resumen
Históricamente controlado por el sector privado, el servicio de transporte público de Santiago se caracteriza por ser una fuente de conflicto en la ciudad. La década de 1930 no fue la excepción, alzas en las tasas, la mala calidad del servicio, y las relaciones laborales provocaron la agitación social y llenaron el debate público y político en busca de respuestas, sobre todo cuando el inicio de la Segunda Guerra Mundial trajo restricciones en el suministro de combustible. Esta situación se vio coronada por la huelga de tranvías de mayo de 1941, la que finalmente condujo a la intervención del Estado en el servicio de tranvías. A través de diversas fuentes, el artículo se centra en el análisis de las tensiones laborales entre la empresa y sus empleados, además de estudiar el papel del Estado en la producción de nuevas políticas públicas en la materia.