Resumen
Los grandes jefes mapuches (ñidol-lonko) de la preguerra de Pacificación aceptaron, y en algunos casos promovieron, la instalación de misioneros en sus territorios. Tal consentimiento se asocia con conductas antiguas presentes en la relación franciscana-pewenche, como el interés por tejer alianzas con el winka o ejercer control territorial. Desde fines del decenio de 1830 la coyuntura misional se despliega en un escenario modelado por procesos históricos de ritmo e intensidad variable. Allí se puede observar un esfuerzo de los ñidol-lonko por validar y fortalecer su poder valiéndose, entre otras cosas, de la presencia del misionero y de los símbolos que se le relacionan. Así, este artículo se propone analizar las razones, los contextos, las disputas y las formas en que Wakingpang, Kolüpi y Mangiñ se sirvieron políticamente de su aproximación a Franciscanos y Capuchinos.